El apoyo incondicional de una donante de St. Jude en el sur de Florida

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Donde quiera que vaya, Lorena lleva consigo un pequeño adorno prendido en la ropa o en su cartera.

Es un pin con el logo de St. Jude Children’s Research Hospital®, que muestra la silueta de un niño pequeño con las manos abiertas. 

“St. Jude es un lugar que se ha convertido en parte de mi vida y por eso siempre lo tengo”, dijo.

Todo empezó una mañana de febrero de 2002.  

Lorena recuerda haberse levantado emocionada para llegar temprano al trabajo.

En aquel momento, era locutora y estaba a punto de participar en su primer radiotón, una experiencia que le llenaba el corazón porque era una forma de apoyar la misión de St. Jude. 

“Para mí, conocer lo que hacen en St. Jude me pareció increíble, porque nunca había conocido un hospital en el que las familias nunca reciben una factura por tratamiento”, dijo Lorena.

Al terminar el evento radial, se unió al comité encargado de realizar otras actividades de St. Jude en el sur de Florida.  

De allí surgió la idea de la primera gala benéfica en Miami. El evento se ha venido realizando con éxito anualmente, con la participación de destacadas celebridades latinas.

Con el paso de los años, Lorena tuvo la oportunidad de visitar el hospital de investigación en Memphis y ver de cerca cómo funcionaba. Fue una experiencia que, según contó, marcó un antes y un después en su historia con St. Jude. 

“Fue muy impactante conocer sobre sus avances científicos y que todo lo que descubren lo comparten con otros hospitales. Por eso quise poner un granito de arena y sentirme parte de esta misión”, dijo.

Además de convertirse en Ángel de Esperanza, como donante mensual, Lorena empezó a apoyar otros eventos como la caminata anual, aunque admite que el radiotón sigue siendo uno de sus favoritos “por la oportunidad de recibir llamadas y contarles a las personas todo lo que realiza la institución”. 

En las distintas recaudaciones de fondos, Lorena también ha conocido a muchos pacientes que se han convertido en su inspiración para continuar compartiendo su experiencia con los demás.

“Hablar de St. Jude es hablar de amor y de generosidad, porque representa la esperanza de un niño, de un padre, de una madre, y para los que aportamos, saber eso es la mayor alegría”.  

Al echar la vista atrás, no puede evitar emocionarse al pensar en todas las vivencias inolvidables que ha tenido como voluntaria, y recordar que acaba de cumplir 23 años apoyando esta misión.

“Espero cumplir muchos años más perteneciendo a esta gran familia y siendo embajadora del mensaje de su fundador, Danny Thomas, para que todos conozcan sobre este hospital y para que ningún niño muera de cáncer”, dijo.