Las conversaciones difíciles sobre temas potencialmente aterradores y que provocan ansiedad pueden ser incómodas. Nadie quiere ser el portador de malas noticias, especialmente a un hijo. Como padres, queremos proteger a nuestros niños del peligro, las lesiones, la ansiedad, las preocupaciones y el temor.
Y sin embargo, las investigaciones han demostrado que no hablar sobre temas tan importantes puede tener un impacto negativo sobre la salud y el funcionamiento psicológico de un niño. Debemos preparar a nuestros hijos para que sepan lo que pueden esperar, e involucrarlos en su propia atención médica. Tener una charla difícil puede ser parte de esa tarea. A continuación presentamos cuatro consejos que pueden ayudarlos a mantener abiertas las vías de comunicación.
1. Cree un refugio seguro.
Para ser eficaz, la comunicación debe ser abierta. Esfuércese para que su hogar sea un lugar seguro, donde los miembros de la familia se sientan libres para hacer preguntas y compartir, y donde ningún tema sea prohibido. Y preste atención a su lenguaje corporal. Aunque nuestras palabras puedan decir, "Sí, por supuesto que puedes preguntarme", nuestras señas no verbales podrían enviar un mensaje opuesto.
A medida que va entrando en una conversación difícil con su hijo, mantenga la calma. ¿Puede expresar emociones fuertes de un modo controlado? Si no puede hacerlo, es posible que deba analizar y manejar esas emociones antes de tener la conversación. No está mal mostrar emociones extremas, pero tenga en cuenta qué tipo de mensaje le transmite a su hijo. La conversación podría potencialmente provocarle más ansiedad al niño si sus emociones están fuera de control.
2. Hable con la verdad.
Si su hijo le hace una pregunta, usted debe ser honesto.
Al hablar con la verdad, usted construye confianza, que es fundamental en las relaciones de padres e hijos. Si su hijo le descubre una mentira pequeña, esto podría potencialmente poner nervioso al niño o hacer que no le tenga confianza en el futuro.
Mantenga la conversación simple y directa. Es preferible un lenguaje claro, evitando la jerga médica. No necesariamente tiene que compartir cada mínimo detalle, sino que debe comunicar los hechos básicos usando un lenguaje adecuado al nivel de desarrollo del niño. Puede juzgar a su hijo y a la situación para decidir qué tanta información es adecuada. A menudo las conversaciones difíciles se presentan con el paso del tiempo a medida que los niños crecen y maduran, ya que son capaces de entender más y a medida que desarrollan el lenguaje pueden expresarse con más claridad.
Aliente las preguntas. En cualquier conversación que tenga con sus hijos, está bien decir, "No lo sé". Está bien decir, "Nadie lo sabe". Como padres, se supone que tenemos las respuestas, pero muchas veces no las tenemos, quizá son más las veces que no las tenemos que las que sí las tenemos. Y decir, "No lo sé" o "Nadie lo sabe" es mejor que inventar una respuesta.
Si surge una pregunta que lo pone nervioso, dése un minuto. Respire hondo. Y luego hable con la verdad.
3. Individualice la conversación.
Todos los niños, familias y situaciones son diferentes. Usted debe tener siempre presente las necesidades, la edad y el temperamento de su hijo.
Por ejemplo, si Johnny de 6 años de edad viene de la escuela y dice, "Mamá, ¿de dónde vienen los niños?" la conversación va a ser diferente que si la tiene con Sally de 12 años de edad. Comparta diferente cantidad de información, proporcione diversos tipos de detalles y use un lenguaje distinto para cada conversación.
Confíe en su intuición. Usted es el experto en sus hijos. Usted conoce su personalidad. Usted sabe lo que está rondando en sus cabezas, qué es lo que los pone nerviosos. Usted sabe en qué etapa de desarrollo están, cuánto podrán comprender y qué tanto detalle necesitan. Siempre confíe en usted y en sus conocimientos sobre su hijo. Manténgase atento a las señales de su hijo. Si el niño no está listo para la conversación, quizá sea mejor esperar. Pero a veces no tenemos opción, y tenemos que avanzar.
¿Dónde debe tener lugar la conversación? Quizá desee pensar en qué lugar ha logrado tener buenas conversaciones con sus hijos antes. ¿Debería ser una conversación individual o una reunión familiar? Si sus hijos tienen edades diferentes, es posible que necesite buscar el tiempo para cada uno, para que cada uno tenga un tiempo especial solo para una conversación individual.
A veces se presenta una oportunidad no planificada para tener una conversación. Le aconsejo aprovechar esa oportunidad. Podría estar conduciendo el auto, y que su hijo le haga justo la pregunta correcta. O quizá un familiar recibe un diagnóstico de cáncer y su hijo empieza a hacer preguntas sobre eso. La puerta está abierta. Pase a través de ella.
4. Ratifique sus preocupaciones.
Como padres, no queremos que nuestros hijos se preocupen. Y sin embargo, tenemos que ratificar sus preocupaciones. Si un niño dice, "Esto me asusta" o "Me preocupa esto", no diga "No te asustes" o "No te preocupes." Si lo hace, podría implicar accidentalmente que el niño está equivocado por sentir de ese modo. En cambio, puede responderle, "Lo sé. Te entiendo. Me apena que estés asustado. Hablemos sobre formas que puedan hacerte sentir mejor".
Durante las conversaciones, asegúrese de hacerle preguntas al niño, como por ejemplo "¿Entiendes sobre lo que estamos hablando?" ¿Qué piensas? ¿Cómo te sientes con respecto a esto? ¿Cómo fue para ti? Ayudarlos a pensar en voz alta sobre el tema es parte del desarrollo de sus destrezas de comunicación y toma de decisiones.
¿Por qué son importantes todos estos temas? Primero, estamos desarrollando la confianza. Su hijo se sentirá seguro para hacer preguntas. Si tiene una política de comunicación abierta en su hogar, será menos probable que su hijo tenga secretos con usted, que es lo que usted como padre desea, especialmente a medida que crecen.
En segundo lugar, está preparando a su hijo para el aprendizaje. Cuanto más cómodas y fluidas sean estas conversaciones, su hijo podrá beneficiarse más de la conversación y aprender de la misma.
En tercer lugar, la comunicación abierta disminuye la ansiedad, la preocupación y el temor, y quizá el mayor obstáculo de todos, los sentimientos de asilamiento. Tener comunicaciones abiertas hace que su hijo se sienta un poco menos solo.
Una palabra de aliento.
Quiero ofrecerles un poco de tranquilidad. No existe una sola forma correcta de hablar con su hijo sobre una enfermedad potencialmente mortal o cualquier otro tema difícil. Y usted no tiene por qué hacerlo todo en una sola conversación. De hecho, no lo hará. Es una conversación que se va dando en el tiempo.
A medida que su hijo se desarrolla y crece, surgirán nuevos temas, y la conversación cambiará y evolucionará. Será más como un abordaje gradual. Si necesita más ayuda para tener diálogos difíciles, hay terapeutas, consejeros, psicólogos, consejeros genéticos, proveedores de salud mental, especialistas en vida infantil y otros que pueden ofrecerle consejos y apoyo adicionales.
Por sobre todo, trátese bien. Dése el reconocimiento que merece por apoyar a su hijo a través de este tiempo difícil, inclusive tener estas conversaciones difíciles.