Valentina: Un espíritu alegre y tenaz

La familia de esta paciente de St. Jude atesora cada momento a su lado.

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Los padres de Valentina la llevaron al hospital infantil local, donde las pruebas revelaron que Valentina tenía leucemia mieloide aguda (LMA), cáncer de la sangre y la médula ósea.

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Cuando María Antonieta tenía cuatro meses de embarazo, le dijeron que su hija Gretel Valentina probablemente nacería con ciertas discapacidades. Sin saber exactamente qué esperar, ella y su esposo, Javier, empezaron a prepararse. 

Al nacer, su hija, a la que llaman cariñosamente por su segundo nombre, Valentina, fue diagnosticada con leucomalacia periventricular (PVL), una lesión en el tejido cerebral blanco cerca de los ventrículos. También fue diagnosticada con microcefalia, una afección en la que la cabeza de un bebé es más pequeña de lo esperado.  

Los médicos les dijeron a los padres de Valentina que no podían asegurarles si su bebé iba a poder caminar o hablar algún día. De todos modos, la pareja estaba decidida a darle lo mejor a su hija.

A los 4 años, Valentina estaba aprendiendo a dar sus primeros pasos con la ayuda de sus padres, quienes guardaban la esperanza de que pronto lo haría por sí misma. Durante sus sesiones de fisioterapia, practicaba sus pasos por 40 minutos. Sin embargo, Valentina empezó a disminuir su resistencia y se fatigaba mucho al caminar tan solo unos minutos. Luego indicaba que ya no quería continuar. 

Los padres de Valentina la llevaron al hospital infantil local, donde las pruebas revelaron que Valentina tenía leucemia mieloide aguda (LMA), cáncer de la sangre y la médula ósea.

Valentina comenzó a mostrar síntomas de una infección respiratoria días antes de unas vacaciones familiares en Cancún.

Durante el viaje, la niña presentaba síntomas de resfriado, incluyendo congestión nasal. Más tarde comenzaron a aparecer moretones en su piel. 

La familia la llevó al médico en México, y cuando regresaron a su casa en Tennessee, acudieron al hospital infantil local. Allí las pruebas revelaron que Valentina tenía leucemia mieloide aguda (LMA), cáncer de la sangre y la médula ósea. Todo esto sucedió en un periodo de dos semanas desde que Valentina comenzó a mostrar síntomas.

El nuevo diagnóstico supuso más preocupaciones para la familia. María Antonieta no podía creer lo que estaba escuchando. 

"Todavía tenía fe en que estaban equivocados", recordó. 

Como Valentina no podía hablar, a su madre le preocupaba cómo se comunicaría si se sentía mal durante el tratamiento.  

"Fue difícil, pensé, y aún más por todo lo que (ya) tenía, aparte del cáncer. Pero sabía que era muy fuerte, y tenía fe y esperanza de que iba a sobrevivir", dijo María Antonieta.

Después de su diagnóstico, Valentina fue transferida inmediatamente a St. Jude Children’s Research Hospital®. 

María Antonieta había vivido en Tennessee durante 20 años y había oído hablar de St. Jude y de su reputación atendiendo a niños con cáncer. St. Jude es uno de los principales centros de investigación de cáncer pediátrico del mundo, cuya misión es encontrar las curas que salven a niños con cáncer y otras enfermedades graves.

"Le dije a mi esposo, ‘al menos estamos aquí y St. Jude la va a tratar’; era el mejor lugar para ella", dijo. 

Al día siguiente, Valentina se sometió a un procedimiento para colocar un catéter debajo de la piel en su pecho para administrar medicamentos y líquidos sin la necesidad de pinchazos de agujas. Poco después, comenzó su primera ronda de quimioterapia. En sus momentos de profunda ansiedad, sus padres encontraron consuelo en su fe, recurriendo a la oración en busca de fuerza y guía.

"Le dije a mi esposo, Dios nos ayudará desde arriba, pero aquí en la tierra, no podemos estar en un lugar mejor que no sea St. Jude", dijo. "Si hubiera estado en México, o en cualquier otro lugar dentro de Estados Unidos, habría hecho cualquier cosa para estar aquí en St. Jude".  

Después de algunas rondas de quimioterapia, la niña fue sometida a un trasplante de médula ósea en febrero de 2022. Su padre fue el donante. 

Los padres de Valentina la llevaron al hospital infantil local, donde las pruebas revelaron que Valentina tenía leucemia mieloide aguda (LMA), cáncer de la sangre y la médula ósea.

En algunos pacientes con LMA se recurre al trasplante de médula ósea como parte del tratamiento. Después de usar quimioterapia de altas dosis para destruir las células cancerosas, el trasplante de médula ósea se utiliza con el fin de reemplazar células sanguíneas anormales con células sanas, lo que podría curar la enfermedad. En situaciones con un alto riesgo de recurrencia de la enfermedad, este tratamiento ofrece una cura potencial. 

Valentina cumplía con los requisitos para un trasplante haploidéntico, un tipo de trasplante de células productoras de sangre ((células hematopoyéticas) para pacientes con cánceres de alto riesgo. St. Jude es líder en nuevos métodos de trasplante de células sanguíneas.

“Me sentí muy contento de haber puesto mi granito de arena”, dijo Javier. “Valentina para mí lo representa todo: amor, gratitud, valentía y mucha fuerza. A pesar de haber atravesado situaciones delicadas, nunca se le ha quitado la sonrisa de [su rostro]… siento que nos ha enseñado mucho”, agregó. 

Javier recordó que cuando Valentina necesitaba que le levantaran el ánimo durante el tratamiento, él jugaba con ella y cantaba "Baby Shark", su canción favorita.

Más de dos años después de completar el tratamiento de quimioterapia, Valentina se encuentra bien, se mantiene ocupada con sus terapias y suele viajar con sus padres. De hecho, recientemente volvieron a México. Valentina, que ahora tiene 7 años, sigue mostrando su alegría y tenacidad incluso cuando se enfrenta a grandes obstáculos.   

María Antonieta reconoció que el apoyo de St. Jude no solo fue para Valentina, sino para toda su familia. Por ejemplo, mencionó que cuando llegó el cumpleaños de su hija mayor, Naomi, mientras Valentina estaba en tratamiento, una enfermera organizó una fiesta de cumpleaños improvisada con globos, postre y confeti.

“Mi hija se sentía muy feliz y no paraba de decir que St. Jude la celebró", dijo.  

En casa, Javier aprecia cada momento al lado de Valentina.  Juntos, les encanta dar paseos por el parque.

En cada una de las salidas familiares, todos están atentos a Valentina y siempre se le acercan para sostenerla mientras da unos pasos, o bien, para empujar su silla de ruedas. 

“Aprendí que son las pequeñas cosas del día a día las que hacen la diferencia”, expresó Javier con la voz entrecortada de la emoción. “Recibir un beso al llegar a casa o cuando veo que ella me saluda con su manita, moviendo su cabeza, es tan valioso que se ha convertido en mi motor para salir adelante”.

 

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