Tina celebra sus 15 años en familia tras superar un diagnóstico de cáncer
Tras superar un diagnóstico de cáncer a los 10 años, esta paciente de St. Jude y su familia celebraron la fecha por todo lo alto
11 de octubre de 2022 • 4 mínimo
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Tina no estaba segura si quería festejar sus quince años de la forma tradicional como la había celebrado su hermana mayor.
Pero Tina había visto el gran entusiasmo de sus padres, quienes ya habían planificado el lugar ideal para la fiesta, en caso de que ella estuviera de acuerdo con la celebración.
Unos años antes, el futuro de Tina era incierto, cuando batallaba con un diagnóstico de cáncer cerebral. St. Jude Children’s Research Hospital le ofreció tratamiento gratuito que incluyó radiación y quimioterapia.
Ahora su familia tenía la oportunidad de celebrar no solo sus 15 años, sino también su segunda oportunidad de vida.
Dos meses antes de la fecha, Tina reconsideró la idea del festejo. Y tomando en cuenta el sacrificio de sus padres y la lucha que habían superado juntos, se decidió por aprovechar la ocasión y festejar con una gran fiesta en la que pudiera compartir con familiares y amigos que estuvieron con ella en los momentos difíciles.
“Sabía que esto sería motivo de una felicidad muy grande para mis padres, porque alguna vez llegaron a pensar que quizá no podrían realizarlo…así que les quise dar ese regalo”.
Su madre no cabía de la emoción.
“Para mí era importante verla bailar, verla sonreír, verla disfrutar,’’ dijo Marina, su madre. “Y eso es algo que uno añora cuando puede verla bien, verla sana.”
En Venezuela, donde Tina nació, así como en otros países latinoamericanos, la llegada de los quince años marca un momento importante en la vida de una niña. El evento simboliza la transición de una joven que empieza a convertirse en mujer. Pero para Tina y sus padres el evento significaba mucho más.
“Como una paciente de cáncer es algo importante, porque pasamos por ese tiempo y [ahora] estamos bien,’’ dijo Tina.
Un diagnóstico inesperado
Tina siempre había sido una niña sana. Pero cuando tenía 10 años comenzó a presentar muchos dolores de cabeza y vómitos. Después perdía el equilibrio con facilidad; se tropezaba y caía. En clase, los maestros notaron que al escribir sus letras ya no eran rectas.
Sus padres la llevaron al hospital y, después de varios exámenes, le diagnosticaron con meduloblastoma, un tumor cerebral de crecimiento rápido del cerebelo.
“En ese momento se nos fue la vida,’’ dijo Marina. “No lo puedes creer… fue un dolor muy grande.”
Unos buenos amigos de la familia le contaron sobre St. Jude y el trabajo que hacen con los cánceres infantiles. Marina había donado antes a St. Jude, pero no había pensado en el hospital como una posibilidad para su hija. Y fue así como lograron que Tina recibiera un referido de sus médicos para ir hasta la sede del hospital, en Tennessee. Cuando la familia llego, se sintieron más esperanzados.
“Sentimos que Dios nos envió a este hospital y a estas personas que agarraron nuestro dolor y lo convirtieron en esperanza”, dijo Marina.
Tina recibió tratamiento durante ocho meses antes de entrar en remisión. Hoy en día regresa a St. Jude regularmente para hacerse chequeos.
“Yo siempre pienso que sin St. Jude la historia quizás fuera distinta’,’ Marina dijo.
Una tiara para Tina
El sol brillaba en el sur de Florida el día de la fiesta. La familia eligió un lugar con exuberantes jardines y árboles con muchas flores, un escenario perfecto para un evento al aire libre y fotografías.
La abuela de Tina viajó desde Venezuela. Su hermano Brandon junto a su prometida llegaron desde Alemania.
Tina estaba emocionada cuando se sentó para peinarse y maquillarse. La estilista peinó su cabello y lo rizó. Pronto le colocaron una tiara brillante en la cabeza.
Su madre estaba cerca asimilando el momento. Años atrás a su hija se le había caído el pelo debido a la quimioterapia. Tina también recordó brevemente esos momentos de tristeza cuando veía su pelo caerse poco a poco durante ese tiempo y cómo sus padres llegaron incluso a raparse el pelo para darle apoyo.
“Queríamos que ella viera que las personas, los seres humanos, somos más que el cabello, y que estábamos allí a su lado’’, Marina dijo.
Pero este día, el cabello de Tina estaba largo y se veía hermoso.
Para le fecha, Tina eligió un vestido color pastel, entre morado y rosado, semejante al de la flor de la malva. El vestido contenía apliques de flores que caían en cascada desde su cintura. Parecía una verdadera princesa, pensaron sus padres.
Su debut
Cuando salió del camerino, con su vestido elegante y su maquillaje profesional, todas las miradas estaban puestas en Tina. Había fotógrafos, camarógrafos y algunos familiares y amigos que la vieron hacer una sesión de fotos antes de que comenzará la fiesta.
Llegada la hora, Tina hizo su entrada triunfal mientras la balada "A Thousand Years" sonaba de fondo. Se asomó al balcón de un segundo piso y saludó a los invitados.
Le siguieron sus padres, Marina y Vicente, quienes salieron momentos después, y le dieron un beso a su hija.
Minutos después, otro sueño se hizo realidad, cuando la festejada bailó el tradicional vals con su padre. La emoción de Tina con la fiesta era evidente al igual que su nerviosismo al bailar, siendo el centro de atención.
Ver a Tina hizo llorar a algunos de los invitados que habían estado con la familia durante su diagnóstico y tratamiento de cáncer.
“Estamos celebrando la vida de Tina, la fe, el amor que se le tiene, y por eso estamos aquí tan felices y eufóricos’’, dijo Maria Alejandra, quien junto con su esposo, Carlos, instó a los padres de Tina a acercarse a St. Jude.
Para Marina y Vincente la mejor parte del cumpleaños de Tina es ver a su hija teniendo una vida como cualquier adolescente.
Su madre asegura que Tina también ha empezado a hablar sobre sus objetivos profesionales y su futuro, lo cual la llena de gran ilusión.
“Verla con esos ojos que iluminan todo su rostro me hace muy feliz, sobre todo porque pudimos llegar hasta acá’’ Marina dijo.