Recordando a Juan con amor

En el Día de los Muertos, una madre crea un altar con los objetos favoritos de su hijo para mantener viva su memoria.

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Recordando con cariño a Juan, paciente de St. Jude

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Semanas antes del Día de los Muertos, Amelia se prepara comprando objetos decorativos para el altar en honor a su hijo, Juan, quien recibió tratamiento en St. Jude Children’s Research Hospital® hasta 2018. Juan fue atendido por un tumor cerebral poco común y murió a los 15 años. 

Recordando con cariño a Juan, paciente de St. Jude

Amelia compartió que antes solía encender velas en honor a los familiares que habían fallecido durante esta época del año. Sin embargo, después del fallecimiento de su hijo, empezó a investigar más sobre las tradiciones relacionadas con el Día de los Muertos y comenzó a montar un altar en casa.

El Día de los Muertos es una festividad tradicional mexicana que comienza a la medianoche del 31 de octubre y se extiende hasta el 2 de noviembre. Para quienes observan la festividad, es un día para honrar las almas de los que han muerto. Las familias suelen preparar las comidas favoritas de sus seres queridos, que se dejan en altares decorados con algunos de sus objetos y pertenencias más preciadas.

En otros países latinoamericanos, se honra a los difuntos durante los primeros dos días de noviembre, cuando las personas visitan los cementerios y llevan flores y otras ofrendas. 

Recordando con cariño a Juan, paciente de St. Jude

En la casa de Amelia en Arizona, el altar incluye retratos de su madre, su padre, una amiga cercana, Juan y otros niños fallecidos, y está adornado con diversas ofrendas. Además, Amelia prepara el pan de muerto, un pan dulce tradicional que también coloca en el altar.  

Amelia prepara una comida especial con algunos de los platillos favoritos de Juan en ocasión del 2 de noviembre, e incluye un burrito de frijoles con queso, acompañado de refresco de jengibre o cerveza de raíz. Luego, sirve chimichangas y arroz. Coloca una porción de estos alimentos en el altar y comparte la comida con su hijo menor, Javier.  

 Aunque reconoce que estos días son agridulces, le gusta compartir esta tradición. 

“Siento que él siempre está conmigo. Todos los días está conmigo cuidándome, pero siento que es una tradición tan bonita que me hace acercarme más a él. Y aunque suene un poco tonto, lo consiento haciendo sus comidas favoritas”, dijo Amelia. “Aún poder hacer eso me hace sentir bien porque todavía lo estoy consintiendo de alguna manera”.   

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