Familias de St. Jude conmemoran a sus hijos en el Día de los Muertos

La celebración les permite recordar a sus seres queridos con sus juguetes más preciados y sus comidas favoritas.

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Alberto, paciente de St. Jude, brain tumor

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Cada año, desde que su hijo Alberto murió a causa de un tumor cerebral, Nallely prepara una comida especial en Halloween o el 1ro de noviembre para recordarlo y celebrar su vida.

En su hogar de Oklahoma, cocina con gran cariño tamales de pollo, uno de los platillos predilectos de Alberto. Luego, los coloca sobre una vitrina de madera en su sala, la cual ya se encuentra repleta de los juguetes y otros queridos recuerdos de su hijo. Además de los tamales, dispone en la vitrina un plato con sus galletas saladas y las golosinas favoritas. Asi mismo, se asegura de tener listo jugo, agua y una taza de café caliente —su bebida preferida— en su memoria.

Alberto, paciente de St. Jude, brain tumor

“Era un niño de tres años, pero amaba el café como un viejito y hablaba como un adulto”, dijo Nallely entre risas. “Por eso ponemos las galletas con el café”.

Es un ritual que ella realiza con alegría para conmemorar el Día de los Muertos, una festividad tradicional mexicana que comienza a la medianoche del 31 de octubre y se extiende hasta el 2 de noviembre. Para aquellos que celebran esta festividad, la creencia es que las almas de los seres queridos fallecidos tienen la oportunidad de regresar y reunirse con sus familiares, además de disfrutar de sus comidas preferidas, que se colocan en altares junto a algunas de sus posesiones más preciadas. 

En otros países latinoamericanos, se honra a los difuntos durante los primeros dos días de noviembre, cuando las personas visitan los cementerios y llevan flores y otras ofrendas. Sin embargo, México es especialmente conocido por sus tradiciones del Día de los Muertos, que tienen profundas raíces en la cultura azteca. Estos altares suelen incluir objetos personales, alimentos y bebidas, así como adornos de papel de colores, conocidos como papel picado, en representación del viento. Además, se colocan velas como una manera de iluminarle el camino a los difuntos.

Alberto, paciente de St. Jude, brain tumor

“Me remueve muchos sentimientos, pero es mi creencia de que él va a venir, que lo va a ver, y lo voy a dejar aquí, porque es lo que más le gustaba,’’ dijo Nallely. “Creemos que, si no lo hacemos, él no vendrá, o si viene, va a estar triste porque va a pensar que lo hemos olvidado”.

Alberto acababa de celebrar su segundo cumpleaños en el verano de 2016 cuando comenzó a perder el equilibrio, dijo su madre. Al principio, pensó que el niño estaba jugando porque no parecía sentir dolor. Pero un día, después de dejarlo en casa de un familiar, se siguió cayendo y hasta que no pudo volver a caminar.

Al llevarlo al médico, los exámenes revelaban que el pequeño tenía una masa extraña en su cerebro.

 “Aquí donde vivimos nos dijeron que no viviría más de seis meses”, recordó su madre.

Su familia fue referida a St. Jude Children’s Research Hospital®,  donde el niño se sometió a un protocolo de tratamiento agresivo que incluyó cirugía, quimioterapia y radioterapia.

Alberto, paciente de St. Jude, brain tumor

Después de su diagnóstico, Alberto se mantuvo en tratamiento por más de un año, hasta fallecer en septiembre de 2017.

El cáncer pediátrico es la principal causa de muerte por enfermedad en niños estadounidenses menores de 14 años.  St. Jude lidera los esfuerzos a nivel mundial para entender, tratar y vencer el cáncer infantil y otras enfermedades pediátricas que amenazan la vida.  

Preciosos recuerdos

Hoy, en la casa de Alberto se encuentra una foto suya en la que se le representa con alas que simbolizan su inocencia. Debajo de la fotografía, un armario de madera exhibe sus juguetes de Spider-Man así como las figuras de animales con las que solía jugar. Nallely también ha colocado en el gabinete el pijama que llevó en su último día, así como su camiseta favorita .

A lo largo del año, agrega decoraciones a la exhibición para que coincidan con cualquier festividad que se celebre. En octubre, por ejemplo, coloca calabazas. Durante Semana Santa, lo adorna con huevos de pascua.

"Estamos tratando de honrar quiénes eran con estos altares, por lo que también agregamos muchas flores y velas", dijo.

A más de 1,600 kilómetros al oeste de Arizona, Amelia se prepara unas semanas antes del Día de los Muertos. Lo hace comprando objetos decorativos para el altar en honor a su hijo, Juan, quien también recibió tratamiento en St. Jude hasta el 2018. En su caso, fue atendido por un tumor cerebral poco común y murió a la edad de 15 años.

Amelia compartió que desde antes solía encender velas en honor a los familiares que habían fallecido durante esta época del año. Sin embargo, después del fallecimiento de su hijo, empezó a investigar más sobre las tradiciones relacionadas con el Día de los Muertos y comenzó a montar un altar en casa. Incluye retratos de su madre, su padre, una amiga cercana, Juan y otros niños fallecidos, y está adornado con diversas ofrendas. Además, prepara el pan de muerto, un pan dulce tradicional que también coloca en el altar. 

Alberto, paciente de St. Jude, brain tumor

Tal y como lo hace Nallely, Amelia prepara una comida especial con algunos de los platillos favoritos de Juan en ocasión del 2 de noviembre, e incluye un burrito de frijoles con queso, acompañado de refresco de jengibre o cerveza de raíz. Luego, sirve chimichangas y arroz. Coloca una porción de estos alimentos en el altar, entre las fotografías enmarcadas, y comparte la comida con su hijo menor, Javier. 

Aunque reconoce que estos días son agridulces, le gusta compartir esta tradición.

“Siento que él siempre está conmigo, todos los días está conmigo cuidándome, pero siento que es una tradición tan bonita que me hace acercarme más a él. Y aunque suene un poco tonto, lo consiento haciendo sus comidas favoritas’’, dijo Amelia. “Aún poder hacer eso me hace sentir bien porque todavía lo estoy consintiendo de alguna manera.”.

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