Mujeres que Inspiran: Darshana Magan
Esta sobreviviente de cáncer infantil busca 'vivir cada momento'.

3 de abril de 2025 • 3 mínimo
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Darshana Magan sintió náuseas antes de saltar al precipicio. Estaba sujeta a un parapente junto a un instructor que había sido muy comprensivo y paciente, pero su miedo a las alturas desató una ansiedad que ha luchado toda su vida por controlar.
El día estaba soleado en San Diego. Cuando se decidió a mirar con los ojos bien abiertos, ante ella se desplegaba un acantilado cubierto de hierba y arena dorada, que se mezclaban con el cielo y los rayos del sol. En el fondo, el Océano Pacífico se extendía en un azul interminable.
Se dijo a sí misma: “Sobreviví al cáncer; puedo hacer cualquier cosa. No vivo mi vida con miedo”.
Y saltó.
Han pasado 30 años desde que Darshana sobrevivió al cáncer infantil. En ese tiempo, la contadora del Medio Oeste se ha permitido vivir una serie de aventuras extremas: ha practicado snorkel en el Atlántico frente a la costa de Trinidad; ha hecho paracaidismo en Montauk, Nueva York, y se ha lanzado al vacío desde puentes de Nueva Zelanda, a unos 40 metros de altura. Ha enfrentado sus miedos con valentía y fortaleza porque así aprendió a hacerlo cuando tuvo cáncer a los 10 años.
Darshana creció en la Costa del Golfo de Mississippi junto a sus padres y hermanos, además de un grupo de niños indio-estadounidenses cuyos padres trabajaban largas jornadas en la industria hotelera. Conformaban un grupo muy activo, que andaba en bicicleta y patinaba hasta el anochecer, e imaginaba que eran piratas mientras jugaban entre los escombros de muelles antiguos y destartalados.
Fue una infancia de ensueño y sin preocupaciones hasta que una fatiga repentina la postró en el sofá, sin fuerzas. Estaba demasiado cansada para jugar y su vientre estaba hinchado. Su madre la llevó al pediatra pensando que era un simple virus estomacal, pero durante un chequeo de su abdomen, detectaron que su bazo también estaba inflamado. Luego, un análisis de sangre reveló que Darshana tenía leucemia mieloide crónica, una forma de cáncer en la médula ósea más común en adultos que en niños. Fue remitida de inmediato a St. Jude Children's Research Hospital®.
“Mis padres lloraban, y yo lloraba porque ellos lloraban. Fue la primera vez que vi llorar a mi papá”, dijo Darshana. “No tenía idea de lo que estaba pasando ni de qué era la leucemia”.
Para cuando llegaron a casa desde el hospital, todas las familias de la estrecha comunidad inmigrante de la India se habían reunido en el motel de sus padres para procesar la noticia juntos.
Darshana los observó acercarse con preguntas y preocupaciones, y se encontró en la misma posición. Se sentía confundida y ansiosa. ¿Cómo era la leucemia? ¿Moriría a causa de esta enfermedad?
Cuando su amiga Angel se acercó a ella, Darshana le dijo que tenía cáncer, sin entender completamente lo que era, y que iba a Memphis para recibir tratamiento. “¿Volverás?”, preguntó Angel.
“No lo sé”, le respondió Darshana.
Ahora, más de 30 años después, reconoce que la sensación de estar al borde de un precipicio en San Diego, sujetada solo por sus tobillos, ya le era conocida. Le recuerda a la misma sensación que tuvo en los primeros momentos de su diagnóstico. Miedo y preocupación por lo desconocido, y la necesidad de enfrentarlo a cualquier precio.
Corría el año 1993 cuando Darshana llegó a St. Jude. El tratamiento para su tipo de leucemia aún no tenía un protocolo establecido, ya que era muy raro que se desarrollara en niños. Se sometió a dos meses de quimioterapia y una semana de tratamiento con altas dosis de radiación en todo el cuerpo. Escuchaba cintas de casete de Kenny G y Aaron Neville para calmar su ansiedad. Los médicos de St. Jude dijeron que era candidata para un trasplante de médula ósea. Su hermano menor fue el donante.
“El trasplante de médula ósea para mí fue como un renacimiento”, dijo Darshana. “Cada año celebro la fecha en que recibí mi trasplante, incluso más que mi propio cumpleaños, porque sin ese día no estaría aquí”.
A su sistema inmunológico le tomó unos meses ajustarse y fortalecerse después del procedimiento. Perdió el sentido del gusto y tuvo que reaprender a disfrutar la textura y el sabor de la comida. Para cuando regresó a su ciudad natal ese otoño, los médicos le dijeron que no había evidencia de cáncer.
“El cáncer no me define, pero ha cambiado mi vida enormemente”, dijo Darshana, quien tiene 42 años.
Sobrevivir al cáncer la ha ayudado a estar agradecida, incluso, por los pequeños detalles de la vida, dijo.
“Me detengo a buscar mariposas, arcoíris. Me encantan las puestas de sol. Estas pequeñas cosas me dan felicidad”, dijo Darshana. “Sobrevivir al cáncer me enseñó a detenerme, sentarme, escuchar, observar lo que me rodea y a recordarme de vivir cada momento como si fuera especial, porque lo es”.
