Mamá lucha por niños con cáncer a través de fundación chilena y colaboración de St. Jude
Tras vivir en carne propia lo que significa tener un niño con cáncer, esta madre apoya a otros niños a través de una fundación chilena que colabora con St. Jude.
8 de enero de 2024 • 4 mínimo
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Alejandra Méndez recuerda cada detalle. Desde el sombrero azul hasta las botas amarillas de su hijo Pablo mientras se dirigían al departamento de admisiones del hospital.
Era el 11 de diciembre de 2000 y las paredes de aquel hospital de Boston estaban decoradas con renos. Un alegre Papá Noel repartía peluches mientras la música navideña parecía estar siempre presente.
Para Alejandra, que entonces tenía veintitantos años, nada del entorno le hacía gracia, especialmente la palabra bordada que leyó en la bata blanca del amable médico: oncólogo. Su único hijo, de sólo 2 años, la miraba con sus brillantes ojos azules.
Pablo tenía sarcoma renal de células claras, un tipo de cáncer raro y agresivo. El tumor en su riñón derecho era del tamaño de un melón. Había que extirpar tanto el tumor como el riñón.
Le informaron que el cáncer de Pablo estaba en etapa cuatro. Lo que siguió fue casi un año de tratamientos agresivos que incluyeron quimioterapia y radiación.
Finalmente, después de meses de tratamiento, Pablo estaba en remisión
Empezar de nuevo
Luego del tratamiento, la familia regresó a Chile. La familia había estado en Boston para que Pablo Allard, el esposo de Alejandra, pudiera estudiar una maestría en planeación urbana. Alejandra re reincorporó a su trabajo universitario y quedó embarazada de su segundo hijo, Max. Pero varios meses después del nacimiento de Max, Pablo, de 4 años, empezó a tener fuertes dolores de cabeza.
Era enero de 2004. Chile estaba en pleno verano, por lo que Alejandra pensó que tal vez estaba deshidratado. Pero los resultados de la resonancia magnética fueron devastadores: Pablo tenía un tumor en la parte posterior del cerebro. El cáncer había vuelto.
Alejandra se llevó a Pablo de regreso a Boston, donde le dieron pocas esperanzas de vida.
“Esta vez fue más duro porque Max estaba en Chile”, dijo Alejandra. “Dejé a Max atrás, y estaba destrozada. Y empezamos de nuevo”.
Pablo se sometió a una cirugía y nuevas rondas de quimioterapia y radiación. Después de cuatro o cinco meses, la madre de Alejandra trajo a Max a Estados Unidos para que la familia pudiera estar unida.
En mayo de ese año, los médicos decidieron que Pablo necesitaba un autotrasplante de células madre, es decir, uno que utilizara sus propias células.
Luego, en agosto, los médicos decidieron que Pablo necesitaba un segundo trasplante de células madre.
Sorprendentemente, Pablo sobrevivió.
Instinto de madre
Al volver a Chile, Alejandra estaba determinada a no dejar que el cáncer la doblegara. Ella y su marido decidieron tener un tercer bebé. Tenian la esperanza de tener una hija, pero a quien dieron la bienvenida fue a un niño saludable al que llamaron Antonio.
Luego en 2006, sucedió. Un chequeo anual mostró otro tumor, esta vez en la tiroides de Pablo.
De regreso a Boston, el pequeño se sometió a otra cirugía para extirparle la tiroides.
Pero hubo algo distinto en el viaje de regreso a casa.
Esta vez, “sabía que estaba curado”, afirmó su madre.
Alejandra se dio cuenta de lo privilegiada que era al poder llevar a Pablo a Estados Unidos para recibir tratamiento.
Comenzó a trabajar como voluntaria en la Fundación Nuestros Hijos, una organización dedicada a apoyar a niños de escasos recursos diagnosticados con cáncer en Chile. Creada en 1991, la organización siguió el modelo de St. Jude Children's Research Hospital®.
Hoy, Alejandra pertenece a la junta directiva de la fundación, la cual forma parte de St. Jude Global Alliance. Se trata de una colaboración internacional que reúne a fundaciones e instituciones de atención médica de todo el mundo. Son organizaciones que comparten la visión de mejorar el acceso a una atención médica de calidad, mientras aumentan las tasas de supervivencia de niños con cáncer, así como otras enfermedades graves, en todo el mundo.
Mirando hacia el futuro
Durante 13 años, Alejandra y su familia vivieron a la sombra de un posible regreso del cáncer. Pero nada les robaba la alegría y disfrutaban su tiempo juntos.
Luego, en 2019, Pablo empezó a tener dolores de cuello. Afortunadamente, la familia estaba nuevamente en Boston porque el padre de Pablo estaba enseñando en la universidad por un semestre. Las imágenes médicas mostraron un tumor en una de sus vértebras cervicales.
Pero no era cáncer —sólo un tumor benigno— y la cirugía fue un éxito.
Pablo aún conserva recuerdos de sus tratamientos, según dijo. Pero también se acuerda del apoyo incondicional de su familia, especialmente el de su madre.
"Sin ella, no estaría vivo", aseguró.
El cáncer desapareció hace tanto tiempo de sus vidas que Alejandra ha empezado a pensar en el futuro, en el día en que su hijo decida casarse. No ha dejado de lado la preocupación, pero se está permitiendo soñar.
“Todos los días, cuando miro a Pablo o cuando me llama, estoy muy agradecida de que esté aquí”, dijo.
Para más información sobre la Fundación Nuestros Hijos, visite https://fnh.cl/quienes-somos/
Se estima que más de 400.000 niños en todo el mundo desarrollan cáncer cada año y casi la mitad de ellos nunca son diagnosticados. En muchos países de bajos y medianos ingresos, 4 de cada 5 niños no sobrevivirán el cáncer, en gran parte, debido a la falta de acceso a una atención de calidad. St. Jude Children's Research Hospital cree que los niños de todo el mundo merecen las mismas oportunidades de supervivencia y está trabajando con instituciones y fundaciones de atención médica de todo el mundo para ayudar a hacer ese sueño realidad.