"¡Sos mi superhéroe favorito!": Carta de una madre de St. Jude a su hijo
Jean Pierre, quien fue atendido en St. Jude Children's Research Hospital por un tumor cerebral, se graduó de la escuela secundaria este año en Costa Rica. Unos meses después, se mudó a Estados Unidos para cursar la carrera de ingeniería informática en Penn State University.
Jean Pierre, quien fue atendido en St. Jude Children's Research Hospital por un tumor cerebral, se graduó de la escuela secundaria este año en Costa Rica. Unos meses después, se mudó a Estados Unidos para cursar la carrera de ingeniería informática en Penn State University. Su madre, Cristina, le relata en esta carta cómo fue su trayectoria como paciente de St. Jude y el orgullo que siente al ver su determinación.
A mi hijo Jean Pierre:
Todo empezó el 27 de octubre de 2006. Un día que nunca vamos a olvidar y que, definitivamente, marcó tu vida. Ese día que siempre recordaré con miedo e incertidumbre.
A tus solo 3 añitos de edad, empezaste a quejarse de dolor de cabeza constantemente. De hecho, como te gustaba tanto la Tylenol de uva, creí que te quejabas para que te diera más medicina. Luego, empezaste a quedarte dormido en el kínder, mientras los demás niños jugaban y brincaban en el gimnasio. Días después, se le sumó la sed extrema. Te despertabas varias veces en la noche a tomar agua y jugo. Y, por último, empezaste a vomitar en las mañanas. Estábamos a solo unas semanas de regresar a Costa Rica después de haber estado viviendo en Luisiana, Estados Unidos, donde naciste.
Tu papá y yo hablamos con el doctor y le pedimos que te hiciera todos los exámenes necesarios para descubrir qué estaba mal con vos. Y fue ese viernes 27 de octubre, después de haber madrugado para llevarte a la “nave especial” (nombre con el que bautizamos la máquina de resonancia magnética), cuando el doctor nos dio la noticia con voz quebradiza.
“Jean Pierre tiene un tumor en el cerebro llamado craneofaringioma, no es cáncer, pero hay que tratarlo como tal por el área donde está situado”, nos dijo. En ese momento, el doctor dibujó la figura de un cerebro en una hoja en blanco para explicarnos mejor cómo lucía tu tumor.
Todo se derrumbó.
En ese instante dejé de pensar, o más bien, empecé a pensar todo lo malo que te pudiera pasar, todo lo que venía, y la posibilidad de que Diosito te hubiera prestado solamente por 3 cortos años.
Miedo, incertidumbre, angustia, tristeza, furia. Esos fueron algunos de los sentimientos que sentí en ese momento. Pensé: “¿y ahora qué va a hacer Stefano sin su hermano mayor? ¿Qué será de nosotros si te perdemos? ¿Como voy a poder vivir sin vos?”
Hoy, 16 años después, esto es solamente un recuerdo. Un recuerdo que solamente de pensarlo me caen lágrimas por las mejillas. Los sentimientos vuelven, o más bien, no se han ido. Pero hoy, con agradecimiento y una sonrisa en la cara, puedo decir que no cambio por nada lo que vivimos. ¡Te cuento por qué!
El 1 de noviembre de 2006, St. Jude te admitió como paciente. Ese día, manejamos el auto por seis horas a través de un camino silencioso y eterno. Así llegamos a este lugar especial, el cual estaba lleno de ángeles, cuya misión fue salvarte. Recuerdo cómo el doctor echó su silla hacia atrás para explicarnos tu enfermedad y sus tratamientos. En ese momento, supe que Diosito no te había prestado por tan sólo tres años. Que en ese lugar mágico te iban a salvar. Y así fue.
Fueron varias operaciones y muchas punzadas de agujas. También hubo un sinnúmero de vuelos, incontables visitas a la “nave especial”, medicinas que ya ni recuerdo y horas muertas en las salas de espera jugando con los voluntarios. Sin embargo, 16 años después, aquí estás.
Tomaste las riendas de tu vida para volar alto. Decidiste dejar el nido y seguir tu sueño en Penn State University para estudiar ciencias de la computación. ¡Hoy sos independiente! Y yo solo le puedo dar gracias a Dios y a St. Jude por darte esta segunda oportunidad de vida.
Te quiero y te admiro. Por si no lo sabías, ¡sos mi superhéroe favorito!
Mami