Cuando uno piensa en las Navidades, hay un sinnúmero de cosas que nos pueden venir a la mente: música, buena comida y compartir con la familia. Lo que uno nunca se imaginaría es el tener que pasar estas celebraciones tan especiales en un hospital, una realidad Kymverly y su familia tuvieron que enfrentar en St. Jude.
Kimverly es una niña de tres años, muy alegre y fuerte. Su familia la deseo muchísimo y desde que llegó, los ha llenado de muchísimo amor y felicidad.
Un día, Cathy, la mamá de Kymverly, se dio cuenta que había algo fuera de lo normal con Kymverly. Tenía su piel de un color amarillento, moretones por todas partes y la barriga se le notaba inflamada. Luego de múltiples pruebas, Kymverly fue diagnosticada con leucemia linfoblástica aguda, un tipo de cáncer de sangre, cuando tenía solo un año de edad.
Tras meses de agresivos tratamientos en su país natal de Puerto Rico, la oncóloga le dijo a Cathy: “Si tú quieres salvar a tu hija, vete para St. Jude”. Cathy y Tara, la otra madre de Kymverly, sintieron mucho miedo – tendrían que mudarse a un lugar nuevo con un idioma diferente al suyo. Pero para salvar a su hija, cualquier sacrificio valía la pena.
Al llegar a St. Jude, Kymverly tuvo su trasplante después del Día de Acción de Gracias, por lo que iba a tener que pasar las Navidades en St. Jude. Inicialmente, las dos madres se encontraban preocupadas y tristes pensando que Kymverly no podría celebrar su primera Navidad como otros niños. Además, estarían muy lejos de su familia cercana en Puerto Rico.
Pero en medio de esas preocupaciones, una representante de St. Jude entró a su cuarto y le preguntó a Cathy: “¿Usted celebra la Navidad?” a lo cual le contestó que sí. Acto seguido dijo “espere un minuto”, y se fue. Cuando regresó, la representante de St. Jude traía consigo un arbolito navideño, decoraciones, lucecitas de navidad y en menos de una hora el cuarto estaba transformado en un lugar vibrante, lleno de alegría para la Navidad. ¡La felicidad invadió sus corazones!
En el día de Navidad, lo menos que se esperaban sucedió. Llegó Santa Claus con un bolso lleno de regalos para Kymverly. Entre los regalos, están sus juguetes favoritos hoy día, un dinosaurio y una motorita eléctrica, que se acostumbró a correr por cualquier lugar donde se le permitiera. Santa también le trajo dulces y galletas.
Kymverly mejoró por un periodo de tiempo, pero volvió a recaer. Como parte de ese tratamiento, se sometió a otro trasplante y la familia volvió a pasar la temporada navideña en St. Jude. La gran diferencia entre estas Navidades y las pasadas es que ya había comenzado la pandemia del COVID-19.
Antes las limitaciones de la pandemia, los empleados de St. Jude pusieron su creatividad a prueba y crearon un bosque mágico navideño dentro del comedor del hospital para los niños. Las familias lo visitaban por turnos y cuando llegó el turno de Kimverly y su familia, quedaron todas encantadas. Kymverly emocionada decía, “¡Mira mamá, es nieve!” y su carita solo reflejaba alegría. Era la primera vez que conocía la nieve.
Hoy, Kymverly está saludable, en remisión y lista para pasar sus primeras Navidades en Puerto Rico.
Las madres recuerdan su tiempo en St. Jude con emoción, y al preguntarles que aprendieron durante esos dos años, hablaron de la importancia de pasar cada momento en familia. “Cada detalle, cada momento, disfrútalo…y más importante todavía, hazle saber a tus hijos que lo estás disfrutando con ellos”.
Tu donación da a niños como Kymverly la oportunidad de crecer.