La alegría de ayudar a otras personas

Cuando Danny Thomas se propuso fundar St. Jude, sabía que no podía hacerlo solo. Sabía que necesitaría la ayuda de millones de personas más, personas que esperaba compartieran su visión de que "ningún niño debería morir en el amanecer de la vida".

Sus esperanzas se cumplieron, tanto en la creación de St. Jude como en la ayuda a las familias. Cuando St. Jude abrió en 1962, el cáncer infantil se consideraba en gran medida incurable. Desde entonces, hemos ayudado a aumentar la tasa de supervivencia del cáncer infantil del 20% a más del 80% en la actualidad, y no nos detendremos hasta que ningún niño muera de cáncer.

Y son esos millones de donantes, como tú, quienes impulsan la investigación y los tratamientos que hacen realidad el sueño de Danny cada día. Y cada día, sentimos la importancia de la filantropía. La vemos en la chispa de esperanza en los ojos de un padre cuando le decimos que haremos todo lo posible para ayudar a su hijo a sobrevivir.

Es un sentimiento que esperamos que también compartas, porque sin seguidores como tú, nuestro trabajo no sería posible.