Desde que abrimos nuestras puertas en el 1962, nuestra misión es encontrar curas para los niños con cáncer y otras enfermedades que amenazan su vida sin importar su raza, origen étnico, religión o capacidad de pago de la familia.
En los próximos años, se estima que el 89% de los fondos necesarios para operar y hacer crecer St. Jude deberán recaudarse de donantes generosos. Por eso, los donantes son tan importantes para cumplir la promesa del fundador de St. Jude, Danny Thomas, quien creía que «ningún niño debería morir en el amanecer de su vida».
St. Jude nos ayudó con el transporte al hospital, nos proveyó comidas, nos dio todo, y nunca nos cobró por nada. Fue un alivio.

Las familias nunca reciben una factura de St. Jude por tratamiento, transporte, hospedaje ni alimentación — para que así puedan enfocarse en ayudar a sus hijos a vivir.

Le cuento a mi familia y amigos acerca de St. Jude y lo que está pasando con nosotros aquí y me dicen que no es posible. Nadie está listo para creernos. A menos de que alguien venga y lo experimente, nadie creerá que existe una organización como está en el mundo.
St. Jude no descansará hasta que ningún niño muera de cáncer.
Esto significa centrarnos más en la atención y cuidado médico del paciente, las investigaciones y tecnologías que nos mantienen a la vanguardia. Nuestra misión es enfocarnos en entender los cánceres más difíciles de tratar, incrementar las tasas de supervivencia y alcanzar a más niños con cáncer en todo el mundo. Leer más.

Mariángeles, sobreviviente de cancer de St Jude.
Tu donación da a niños como Mariángeles la oportunidad de crecer.
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