Un lugar lleno de esperanza
Cuando Hadley comenzó a enfermarse con frecuencia, sus padres pensaron que era por haberla cambiado de guardería. Luego, su médico le hizo un análisis de sangre, y quince minutos más tarde les dijeron que iban a ir a St. Jude Children’s Research Hospital.
A los 2 años, un niño debería tener problemas que uno pueda solucionar, como ponerle una curita en una rodilla raspada, darle un beso en un golpe o herida pequeña y secarle las lágrimas por cosas menores, pero no un cáncer.
Si bien era algo aterrador, St. Jude fue un alivio casi inmediato para la familia de Hadley, luego de un diagnóstico de leucemia mieloide aguda.
“Empiezas a sentirte como en casa desde el primer momento, porque todos son tan amigables”, comentó Darrin, su papá. “Uno podría pensar que se va a encontrar con un grupo de personas tristes y con un lugar terrible para estar, pero aquí las cosas no son así. Todos se ven animados y sonrientes, con una actitud positiva”.
“En estos pasillos hay más esperanza de la que jamás podría describir”, agregó su mamá.
Los tratamientos desarrollados en St. Jude han ayudado a incrementar la tasa de supervivencia del cáncer infantil de un 20% a más de un 80% desde su fundación. St. Jude está trabajando para incrementar la tasa de supervivencia del cáncer infantil a un 90% y no descansaremos hasta que ningún niño muera de cáncer.
Hadley fue sometida a sesiones de quimioterapia, y cumplió 3 años de edad durante su tratamiento. Es una pequeña muy platicadora y llena de energía, según cuenta su papá.
“No les puedo decir la cantidad de veces que Hadley me sorprendió llorando y me dijo: ‘Mamá, no te preocupes, todo va a estar bien’. No tiene nada de miedo, y parte de eso es por su edad, pero otra parte es por cómo es Hadley. Es valiente, está alegre todo el tiempo, le gusta hacer reír a la gente, le encanta la música, los animales, los colores, y cantar y bailar; es una niña muy divertida" dice su mamá.
Hadley cumplió dos años en remisión en junio de 2020. Recientemente se graduó de prescolar y adquirió un nuevo pasatiempo: El motocross.
Mi corazón se detiene cada vez que lo practica, ¡pero a ella le encanta! Y después de todo, solo se vive una vez.
Cuando los padres de Hadley recuerdan este difícil momento, recuerdan a St. Jude como un lugar especial. “Los pasillos de St. Jude están llenos de esperanza. Es un ambiente realmente difícil de describir”, Dijo Brittany.
Ayuda a nuestras familias a concentrarse en sus hijos enfermos, no en las facturas médicas.
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