Jenny y Allan Landstreet se recordaron que no debían entrar en pánico.
A su hijo de 2 años, decaído y afiebrado, le acaban de diagnosticar influenza, también llamada gripe. Pero la preocupación de la pareja recae en su hija de 4 años, Mabry, que recibía tratamiento en St. Jude Children’s Research Hospital por leucemia linfoblástica aguda (acute lymphoblastic leukemia, ALL). Como el sistema inmunitario de Mabry se debilitó a raíza de la quimioterapia, la gripe podría representar complicaciones peligrosas.
Las medidas de seguridad lógicas, como desinfectar las superficies de la casa, lavarse las manos con frecuencia y mantener a Mabry alejada de su hermano, ayudaron a disipar la ansiedad de los Landstreet. Los médicos de Mabry de St. Jude también le recetaron un medicamento antiviral para cortar la enfermedad de raíz. La estrategia funcionó. Aunque Mabry se contagió la gripe, fue muy leve y solamente provocó un poco de fiebre, goteo nasal y postergación de los tratamientos de quimioterapia programados.
“Tuvimos suerte”, cuenta Jenny, “porque una enfermedad que nuestro cuerpo podría combatir podría haber sido mucho peor para Mabry”.
Vitaminas e infección
La experiencia de Mabry resaltó la importancia de la investigación de St. Jude centrada en hacer que la vacuna contra la gripe sea más eficaz.
De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) de los Estados Unidos, la influenza ha matado al menos a 49 000 estadounidenses y aproximadamente a medio millón de niños en todo el mundo por año. Los CDC consideran que la vacunación es la mejor medida para prevenir la gripe. Pero durante la temporada de gripe de 2015-16, los CDC comunicaron que la vacuna contra la gripe tuvo una eficacia de solo el 60 por ciento, lo que resalta la necesidad de mejorar la potencia de la vacuna.
En una publicación de la revista Clinical Vaccine Immunology, un equipo liderado por Julia Hurwitz, PhD, del Departamento de Enfermedades Infecciosas de St. Jude, demostró que las vitaminas A y D ayudan a estimular la respuesta del cuerpo a la vacuna contra la gripe. En este momento, los ensayos clínicos llevados a cabo en St. Jude investigan si un simple suplemento de esas vitaminas, administrado en el momento de la vacunación, puede evitar que los niños contraigan gripe.
A y D al rescate
Las vitaminas A y D se encuentran en los alimentos, y la vitamina D también se fabrica en el cuerpo como respuesta a la exposición al sol. Pero los cambios en la alimentación estadounidense están debilitando los niveles básicos de estos nutrientes. Hurwitz descubrió esto durante investigaciones anteriores que evaluaban los niveles de vitamina en los niños y adultos de Memphis.
“Encontramos déficits nutricionales, entre ellos, de vitaminas A y D”, explica. “En función de esos hallazgos, comenzamos a preguntarnos por qué las vacunas contra el virus de la influenza no eran eficaces, en particular, en los niños de esta ciudad”.
Desde hace un tiempo, Hurwitz se ha interesado en la actividad de los linfocitos B, los glóbulos blancos que circulan por el cuerpo y fabrican anticuerpos para protegernos de gérmenes como el virus de la influenza. Si una persona carece de los niveles saludables de vitaminas, sus linfocitos B no pueden producir los anticuerpos que el cuerpo requiere.
Hurwitz y sus colegas descubrieron que una escasez de vitamina A disminuía la respuesta inmunitaria del cuerpo a las vacunas contra los virus respiratorios. Por lo tanto, los científicos comenzaron a observar si las deficiencias tanto de vitamina A como de vitamina D empeorarían el asunto.
Eso es lo que sucedió.
En el laboratorio, Hurwitz también descubrió que la administración de vitaminas A y D restauraba las respuestas del sistema inmunitario a la vacuna contra la gripe.
Primer ensayo en humanos
Como resultado de esa investigación, St. Jude ha lanzado un estudio clínico para examinar las respuestas inmunitarias a la vacuna contra la gripe en relación con los niveles de vitamina y los suplementos vitamínicos.
El ensayo FLUVIT de St. Jude está diseñado para averiguar si los niños producen respuestas inmunitarias normales si reciben un suplemento vitamínico cuando se los vacuna contra la gripe.
En el estudio, dirigido por Nehali Patel, MD, del Departamento de Enfermedades Infecciosas de St. Jude, se están inscribiendo a 80 niños sanos de entre 2 y 8 años durante dos a tres temporadas de gripe. Los investigadores primero miden los niveles de vitamina presentes en la sangre de los niños. Luego la mitad de los niños consume un suplemento masticable de goma de vitamina A y D cuando reciben la vacuna contra la gripe. La otra mitad recibe un suplemento de goma de placebo, o “ficticio”, en el momento de la vacunación.
Los análisis de sangre posteriores miden los niveles de vitamina A y D en la sangre de los niños. Los científicos también controlan las respuestas a anticuerpos contra la gripe.
Los padres deben llevar diarios de las comidas para realizar un seguimiento del régimen alimenticio de los niños. Además, se registran los niveles educativos de los padres y otros factores socioeconómicos para averiguar si estos afectan el estado nutricional de los niños. Para 2018, Hurwitz, Patel y sus colegas esperan poder demostrar que cuando las vitaminas A y D se administran a los niños en el momento de la vacunación contra la gripe, existe una mejora en la potencia de la vacuna.
“Es posible que las personas no estén dispuestas a tomar vitaminas a diario o no puedan hacerlo, pero esta es solo una única intervención de vitaminas, que se podría administrar cuando se recibe la vacuna contra la gripe para ayudar a mejorar la respuesta”, explica Patel. “Por eso en realidad es una solución muy práctica”.
Potencial beneficio mundial
¿Todos los niños deben recibir los suplementos de vitamina A y D cuando se vacunan contra la influenza?
Si los hallazgos de St. Jude son concluyentes y se confirman en estudios más grandes, “podríamos considerar un cambio de política para que todos reciban vitaminas en el momento de la vacunación”, observa Hurwitz. “Por supuesto, preferiríamos que simplemente todos siguieran una buena alimentación nutritiva, pero eso es difícil de garantizar”.
”Si podemos demostrar que las vitaminas marcan una diferencia en términos de eficacia de la vacuna, podremos proteger mejor a los niños de todo el mundo”, agrega.
La repercusión positiva en todo el mundo podría ser asombrosa.
“Somos un hospital que trata enfermedades infantiles catastróficas, y la gripe es catastrófica”, continúa Hurwitz. “Nuestra misión es tratar las enfermedades graves y ponerles fin”.
Jenny Landstreet y su esposo ya saben que la investigación de St. Jude ha contribuido a lograr una tasa de supervivencia mayor al 90 por ciento para los niños con ALL. Sin embargo, la reciente experiencia de Mabry con la gripe los hizo sentir especialmente agradecidos de que los esfuerzos de investigación de St. Jude abarquen otras áreas además de los tipos de cáncer infantil.
“Crees que están investigando solamente para ayudar a encontrar la cura para el cáncer, pero te das cuenta de que están haciendo muchas más investigaciones que podrían beneficiar no solo a Mabry, sino a otros niños de las futuras generaciones”, dice Jenny. “Creo que la investigación es lo más importante que hacen”.