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Una victoria contra el cáncer y una celebración de Navidad especial

Después de pasar ocho meses luchando contra la leucemia, Mikayla podrá celebrar su segundo cumpleaños en casa con su familia.

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La abuela de Mikayla se dio cuenta en Navidad.

 Su nieta, a la que solía cuidar a menudo, ya no era capaz de jugar ni comer en una casa impregnada de la alegría navideña. Tanto su rostro como sus labios se notaban pálidos.

 La niña de un año, tampoco compartía su risa contagiosa cuando le hacían cosquillas.

"¿Qué le estaría pasando?", se preguntaba su abuela. "Quizás esté cansada por su reciente viaje a California, o tal vez esté anémica", pensó.

Marlene y Juan Manuel también habían visto el cambio en su hija menor durante semanas mientras se mudaban de California a Missouri. Al principio, ellos también pensaron que se trataba de anemia, o que su piel pálida se debía al clima más frío de su nuevo estado, que los mantenía más tiempo dentro de la casa.

 
Paciente de St. Jude, Mikayla jugando en el suelo.
 

Pero cuando regresaron a Missouri, la niña, usualmente activa, seguía sin ánimo. No tenía apetito y cada vez era más difícil conseguir que comiera, lo que hizo que Marlene la llevara al pediatra.

Los análisis de sangre mostraron que los niveles de hemoglobina de Mikayla estaban alarmantemente bajos. La menor fue ingresada inmediatamente en un hospital local, donde se le hicieron varias transfusiones de sangre durante una estancia de cuatro días.

Los médicos no sabían cuál era la causa del descenso de los niveles de hemoglobina de Mikayla. Ordenaron una biopsia de médula ósea. La pareja estaba preocupada, pero con la esperanza de que la biopsia no arrojara malas noticias.

 
 
 

Los médicos refirieron a la familia al St. Jude Children's Research Hospital de Memphis, a seis horas de viaje desde donde vivían.

Fue en St. Jude donde la pareja recibió la noticia de que Mikayla tenía una leucemia mieloide aguda (LMA), un tipo de cáncer poco común que requeriría meses de quimioterapia. En Estados Unidos, sólo se diagnostican unos 500 niños al año con LMA.

 
Mikayla, paciente de St. Jude, con su mamá.
 
 

No sabíamos a qué nos enfrentábamos. Hay experiencias, creo que, en la vida humana, en las que se nos acaban las lágrimas, y ésa fue una de ellas.

Manuel, papá de Mikayla

La pareja se sintió reconfortada al saber que Mikayla recibiría tratamiento para su cáncer en St. Jude. Marlene y Juan Manuel conocían la labor del hospital en apoyar a niños con esta enfermedad. De hecho, ya la bisabuela de Mikayla, Elvia, ha sido donante del hospital por una década. Cuando le diagnosticaron a su bisnieta, Elvia recibió un certificado de agradecimiento del hospital. Marlene lo tomó como una señal de que era el lugar adonde debían acudir.

Mikayla se sometió a cinco rondas de quimioterapia. Aunque los medicamentos mataron las células cancerosas, también acabaron con el sistema inmunológico de la niña, haciéndola susceptible a otras enfermedades. Después de los dos últimos tratamientos, desarrolló varias infecciones, lo que la llevó a múltiples y prolongadas hospitalizaciones.

 
Mamá besando a Mikayla, su hija y paciente de St. Jude.
 

"Le tomó mucho tiempo recuperarse para que pudiéramos volver a casa", dijo Marlene. Pero sabían que estaban en el lugar correcto. Y la familia nunca recibió ninguna factura de St. Jude por los tratamientos, transporte, hospedaje ni alimentación. 

 
 
Mikayla, paciente de St. Jude, con su mamá y su abuela.
 

Ocho meses después de que Mikayla comenzó su tratamiento, Marlene se encuentra hablando por teléfono y los sonidos que hace su hija de casi 2 años se pueden escuchar de fondo durante la conversación. Mikayla está aprendiendo a formar sus primeras palabras y su risa resuena mientras juega por toda la casa.

Su abuela, ya de regresó en California, afirma que la pequeña logró recobrar su esencia.

"Nuestra Mikayla ha vuelto", dijo.

 
 

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