N – O – R – M – A – L – C – Y
Esta palabra en inglés significa “normalidad.” Para los estudiantes que no hablan inglés, es una palabra difícil. Pero para muchos de los pacientes en St. Jude Children’s Research Hospital, “normalidad” es lo que la escuela de St. Jude ofrece todos los días.
La escuela de St. Jude es una escuela K – 12 acreditada nacionalmente que permite a los pacientes que continúen su educación mientras reciben tratamiento y después facilita su transición a sus escuelas comunitarias. St. Jude trata a niños de todo los estados y alrededor del mundo, y algunos de ellos no hablan inglés. Para aquellos estudiantes, están Tracy Long y Lindsey Smith, profesoras de inglés como segunda lengua.
Cuando una familia se muda a Memphis para su tratamiento, explicó Smith, “no saben lo que van a hacer, como padres, con su trabajo y su vida, y de repente están aquí con sus hijos, y no tienen los recursos para lidiar con la escuela. Allí es donde venimos nosotros. Seremos el enlace entre ellos y la escuela.”
Pero cuando los padres no hablan inglés, y el paciente habla muy poco o nada de inglés, eso puede causar ansiedad. “Cuando entra una enfermera en la sala y no hablas el mismo idioma, quieres saber cómo responder a preguntas básicas”, dijo Smith. “Todas esas preguntas que tienen para ti, como niño, no sabes lo que está pasando”.
En el medio del episodio más traumatizante de la vida de una familia, algo tan simple como entender la pregunta “¿Cómo te llamas?” ayuda a los niños a mantenerse presentes en la vida diaria. Conjugar un verbo les ayuda a mantenerse al tanto de lo que hacen sus compañeros en sus ciudades natales.
Long comenzó en St. Jude como intérprete voluntaria en el 2008, y dos años después empezó a enseñar en la escuela de St. Jude. Smith ha viajado por el mundo como profesora e interprete y lleva desde enero en St. Jude. Ambas hablan español y dicen que su sueño seria tener otro profesor o profesora que sea multilingüe. Los niños hispanohablantes son el 90 o 95 por ciento de sus estudiantes de ESL, pero cada vez hay más necesidad de alguien que hable árabe o chino mandarín.
“Algunas personas tienen una facilidad para aprender idiomas, y eso lo ves en estos niños también”, dijo Long. “A algunos simplemente les sale; es una habilidad innata. Hay de todo. Podría haber un niño de 6 años que viene de África o un adolescente de 18 años de Guatemala. Tenemos estudiantes de Latinoamérica y van a regresar a una escuela bilingüe. Les estamos preparando para todo eso. Les enseñamos en mitad inglés y mitad español, y van a poder regresar a sus escuelas, y si todo sale bien, van a tener todos los créditos necesarios para graduarse”.
Comparado a una escuela pública típica, hay poca estructura, porque la prioridad está en la salud de los pacientes. Las lecciones están pensadas para acomodar el horario de tratamiento de los pacientes, con lo cual se parecen más a lecciones privadas. Long dice que su día es como un puzle. “Miro el horario de cada paciente y busco oportunidades para reunirme con ellos”, dijo. Las profesoras visitan las habitaciones de los pacientes, visten la ropa de la zona de aislamiento e incluso viajan al otro lado de la ciudad para ir a Target House, donde se hospedan los pacientes a largo plazo. “Siempre les digo, ‘Allá donde estés, te encontraré’”, continuó.
Es formidable verles a los pacientes y a sus familias retomar sus vidas. Formamos relaciones a través de las lecciones individuales. No puedes evitar acercarte a ellos … peleas junto a ellos, y lloras con ellos, y los amas.
Para Long y Smith, sus puestos ofrecen más que lo típico que tiene la profesión. Tienen amigos alrededor del mundo, y una graduación a menudo significa otra oportunidad de vida. “Es formidable verles a los pacientes y a sus familias retomar sus vidas”, dijo Long. “Formamos relaciones a través de las lecciones individuales. No puedes evitar acercarte a ellos … peleas junto a ellos, y lloras con ellos, y los amas”.