El amor en los tiempos del nuevo coronavirus
Leticia y Enrique se encontraban ante un dilema. Todos los años, a través de Facebook, solían invitar a las personas a realizar ocho actos de generosidad espontáneos el día 8 de abril en homenaje a su hija, Arianna. La pequeña, que fue paciente de St. Jude Children’s Research Hospital, falleció días antes del 8 de abril de 2014, día en el cual hubiese cumplido sus 8 años.
Una bella tradición
En años anteriores, los actos de generosidad habían consistido en pagar la cuenta de un completo extraño en un restaurante, llevar suministros escolares a maestros especiales y hacer labores voluntarias por un día en un comedor público. Actos que dependían del contacto humano.
Entonces, se preguntaron: ¿Deberíamos hacerlo este año, con todo lo que está ocurriendo con el nuevo coronavirus? ¿Acaso es seguro hacerlo?
Nuevas circunstancias
“Es difícil porque no queremos que la gente deje de cumplir con las nuevas pautas, ¿sabes?”, expresó Leticia. “No queremos que, por nosotros, alguien deje de hacer lo que se supone que debe hacer, solo por estar convencido de querer hacer algo bueno para nosotros”.
Finalmente, decidieron seguir adelante con el homenaje, pero pidiéndole a la gente que cumpla con las restricciones y se cuide.
“Tendrá que ser diferente y las personas tendrán que ser creativas”, afirmó Leticia. “Para mí, va a ser más significativo porque lo van a hacer desde sus propios lugares. Por ejemplo, puede haber una anciana en tu vecindario que quizás necesite que le quiten las malas hierbas de su jardín. Ni siquiera tienes que hablarle o acercarte a ella. Simplemente puedes ir una tarde y limpiarle todo el jardín delantero de su casa”.
Muchos hospitales están teniendo escasez de sangre, así que Enrique planea llamar anticipadamente para donar sangre a St. Jude. “Tengo sangre tipo O, y eso es lo que más necesitan”, comentó Enrique.
La generosidad de Arianna
Arianna es quien los guía, esa alma madura y llena de empatía. Ella siempre demostraba su generosidad con acciones.
“En las salas de espera, si había un niño jugando solo, Arianna se acercaba para jugar con ese niño”, comentó Leticia. “Si alguien lloraba, Arianna quería saber por qué estaba llorando y cómo podía ayudar. Y si un voluntario estaba repartiendo materiales para hacer manualidades, Arianna quería ayudar a repartir o a ordenarles las cosas”.
En el año 2014, sabiendo que posiblemente Arianna no llegaría a cumplir los ocho años, sus padres le organizaron la fiesta una semana antes. Durante la fiesta, Arianna comenzó a sentirse mal y su mamá la llevó a la cama. Más tarde, les preguntó a sus padres sobre la piñata. ¿La rompieron?
No, le dijeron. La habían dejado a un lado para que ella pudiera romperla luego, cuando se sintiera suficientemente bien para hacerlo.
“Arianna se puso a llorar”, comentó Enrique. “Cuando le preguntamos por qué lloraba, ella dijo: ‘Es que mis amigos no pudieron romper la piñata por mi culpa’. Siempre contamos esta anécdota porque demuestra cuán generosa era Arianna”.
Su pérdida destrozó el corazón de la familia, pero los esfuerzos de generosidad que hacen en nombre de su niña los ayuda a sanar esa herida que provoca su ausencia.
“Creo que la gente no llega a entender cuánto nos ayuda todo esto”, comentó Leticia. “Quizás parezca egoísta, pero es para nosotros. A su hermana, Alivia, le encanta. Realmente le encanta. Porque llegamos a casa la noche del cumpleaños de Arianna y nos sentamos a leer todas las cosas maravillosas que han estado ocurriendo alrededor del país, y del otro lado del mundo”.
Llegamos a casa la noche del cumpleaños de Arianna y nos sentamos a leer todas las cosas maravillosas que han estado ocurriendo alrededor del país, y del otro lado del mundo.
En el año 2015, un año después de la muerte de Arianna, y un día después del día que hubiese cumplido nueve años, Enrique decidió traerle un café a Leticia, quien estaba muy triste. En la cafetería, una mujer insistió en pagar por ese café. ‘Ayer todos hicieron actos de generosidad en honor a una niña’, dijo. ‘Yo no pude porque ayer no estuve aquí, y hoy quiero hacer el mío’.
Esa niña de la que hablaba era, por supuesto, Arianna.
Enrique salió a toda prisa para llegar a su casa y poder contarle esto a Leticia porque sabía que le alegraría el día.
“Esto nos dice que tenemos que seguir la tradición”, afirmó Leticia. “Y nos dice que la gente se acuerda de Arianna todos los días, y no solo el día de su cumpleaños”.
Esa parte dentro de todos nosotros que quiere hacer el bien, que ayuda a los demás a través de actos, grandes y pequeños, esa es Arianna. Y así es como la recordamos.
Su donación brinda esperanza a nuestras familias.
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